Historia local: el ferrocarril llega a Utrera

Mari Carmen Navarro

El boom ferroviario llegaría a España con un considerable retraso respecto al resto del occidente europeo. Acometer el trazado ferroviario requería tal volumen de capitales que era necesaria la unión de varias fortunas para su puesta en marcha; se entraba así en una nueva etapa de la  Revolución Industrial en la que la figura del industrial emprendedor que actuaba aisladamente y controlaba todo el proceso productivo queda obsoleta a favor de las grandes sociedades.

Precisamente debido a la falta de capitales en España, o a que los existentes se intervenían en negocios más tradicionales fundamentalmente la compra de tierras, serían las manos extranjeras las que ejecutarían y sacarían provecho del negocio ferroviario en la península.

En mayo de 1853, el Ministerio de Fomento remitió una carta al Ayuntamiento acerca de los subsidios con que podrán ayudar los pueblos de esta provincia para la construcción del ferrocarril de Cádiz a Sevilla. La cuestión parecía compleja, puesto que suponía fuertes inversiones, pero también grandes posibilidades de enriquecimiento. El cabildo optó por convocar a los vecinos más adinerados para discutir acerca de la proposición. En la Junta de contribuyentes así formada, destacaron personalidades como Felipe Burgos, Fernando Solís, Álvaro Pacheco, Simón de Gibaja o Manuel Deiró. Como principal fortuna aparece la de Alonso Riarola, que con su buen criterio propuso aportar una serie de capitales siempre que el ferrocarril pasase por Utrera.

Muchos concejales propusieron expropiar y subastar las tierras para la obtención de mayores capitales. No lo consiguieron, pero esta reforma pronto se realizaría con la desamortización de Madoz en 1855.

La compañía de Ferrocarriles Andaluces, propiedad de de John Loring, del cuñado de este, el conservador Francisco Silvela y del empresario sevillano Joaquín de la Gándara, construyeron los ferrocarriles que unían Córdoba con Málaga, Sevilla- Jerez- Cádiz y el de Utrera- Morón- Osuna, de 128,8 km de vía. Vendieron esta línea a Andalucía en 1877 al precio de 75000 pesetas por km.

Las obras de la vía entre Utrera y Sevilla comenzaron en1854, y no se concluyeron hasta cinco años más tarde. En 1857 la Compañía Ferroviaria solicitó al ayuntamiento de Utrera el derribo de la torre de La Alcantarilla para usar los materiales de esta en la construcción de la vía Sevilla- Jerez.

A cambio, la compañía se comprometía a reparar el puente de dicho lugar. El cabildo aceptó por no tener ningún valor la dicha torre. Por la notable falta de coordinación, el ferrocarril, ya concluido, tardó varios meses en empezar a funcionar, para verano de 1859. Se construyeron unas infraestructuras dignas para el nuevo medio de transporte, con una estación de tren comunicada con la Vía Marciala y las Veredillas por sendos caminos que abrieron lo obreros municipales. La expectación del pueblo fue grande, y durante mucho tiempo, la pequeña estación de Utrera se convirtió en un lugar de reunión y paseo para sus habitantes. Sin embargo, el pueblo se opuso a la construcción de la línea férrea Utrera-Morón, que concluyó en 1861. El tiempo daría la razón a los que eran reacios, pues la línea apenas tenía viajeros o mercancías, y su rentabilidad fue nula.